El período que abarca el fin de la guerra de Corea hasta la crisis del
petróleo de los años setenta estuvo caracterizado por un crecimiento económico
sin precedentes. La economía mundial en esta etapa disfrutó de una fase de
apogeo esplendorosa. Como afirma Foreman-Peck, “nunca en la historia han sido
tantas las economías que han compartido una expansión tan extraordinaria y
duradera”. Hasta aquel momento existían enormes restricciones sobre las
transacciones internacionales. No obstante, el nuevo orden comercial liberal
supuso un cambio radical en esta tendencia, lo cual, a su vez, significó una
integración económica, según Foreman-Peck, mayor que la que existió durante la
presencia del Patrón Oro en el período anterior a 1914.
Este nuevo orden creó un nuevo marco institucional que serviría de sustento
para un nuevo liberalismo económico más intervencionista. En este sentido, cabe
destacar particularmente el GATT, el General
Agreement on Tariffs and Trade (Acuerdo General sobre Comercio y
Aranceles), como iniciativa creada después de la Segunda Guerra Mundial para
regular la economía global. Con este acuerdo se consiguieron reducir
notablemente las barreras en el comercio de bienes manufacturados entre los
países más industrializados. No obstante, el éxito no fue igual de rotundo en
el comercio de los productos primarios (Foreman-Peck: 1995, 1).
El GATT fue un convenio que se proyectó en la Conferencia de la Habana de
1947, en un contexto de lucha entre EEUU y la URSS por la supremacía mundial.
Fue firmado por veintitrés países con el objetivo de fijar un conjunto de
normas comerciales y concesiones arancelarias. El GATT, así pues, ayudó al
crecimiento mundial gracias a las continuas reducciones de aranceles, y fue el
precedente de la Organización Mundial del Comercio (OMC).
No obstante, no afectó a todos los países por igual, aunque se hubieran
añadido a los acuerdos del GATT. Así pues, un ejemplo de ello es India, el cual en sus inicios no supo aprovechar los
beneficios de la entrada en el GATT, y no fue hasta los años noventa que empezó
a mejorar claramente su posición.
El caso de India
Ya en sus
inicios la India poseía unas características que dificultaban que pudiera
llegar a una Revolución Industrial. De hecho, su enorme potencial demográfico
fue un factor que jugó en su contra, ya que la existencia de tanta mano de obra
significó un abaratamiento de los salarios. Además, esto implicó la
inexistencia de incentivos para la inversión en industria y mecanización.
Asimismo, la
población india, al ser sumamente pobre, utilizaba la mayor parte de sus
recursos económicos para satisfacer aquellas necesidades básicas,
imposibilitando, así, el mercado de otro tipo de bienes, como los
manufacturados. Además, cabe destacar que la carencia de una clase media que demandara
productos más elaborados dificultaba, también, este hecho.
En último
término, cabe destacar que India no disponía de un desarrollo tecnológico en
infraestructuras, lo cual, a su vez, suponía un impedimento para el transporte
de los productos. La inexistencia de
ésta comportaba, a su vez, un déficit de carreteras, puertos o canales en
condiciones para incentivar una revolución industrial. Además, la arquitectura
de aquella época era equiparable a las construcciones medievales occidentales,
lo que dificultaba la construcción de industrias, entre otros avances hacia el
sector secundario o terciario.
A partir de
su independencia de Inglaterra en 1947 y de su entrada en el GATT en 1948, se
podría pensar que India podría sacar partido del mercado internacional para
desarrollar su industria y mejorar su situación. El hecho de entrar en acuerdos
internacionales tales como el GATT da que pensar que un país determinado, como
en el caso indio, tiene ciertas pretensiones cuando lleva a cabo esta acción. A
pesar de esto, podríamos decir que a India no le fue tan bien, es decir, la
experiencia del comercio internacional no fue del todo beneficiosa en sus
inicios.
Así pues,
después de la entrada al GATT, de 1950 a 1980, India estuvo basada en una
economía con tendencias socialistas. Por este motivo, la economía estuvo
paralizada y no se dio ningún progreso, debido a las regulaciones y los
reglamentos llevados a cabo por el gobierno, así como el proteccionismo y la
propiedad pública que supuso una corrupción generalizada y un pausado
crecimiento económico. Además, tenemos que destacar que era una economía
basada, en gran parte, en la agricultura. Todo lo anterior provocó que su
participación en el comercio mundial, ya en exportaciones como en
importaciones, no fuera significativo. Como vemos en los gráficos, hasta los
años noventa ni las importaciones ni las exportaciones superaron en ningún caso
el 10% sobre el PIB.
No fue hasta
1991 cuando la economía India pasó a ser de mercado. Este cambio fue debido al
contexto que vivió este país unos años antes, cuando sufrió una grave crisis en
la balanza de pagos. Este hecho la llevó a formar parte del comercio
internacional y a dar una mayor importancia a la inversión extranjera, sector
fundamental de la economía de la India. Desde este momento, y como podemos
observar en los gráficos, su economía creció aceleradamente, igual que su
participación en el mercado internacional. Su PIB ha presentado una tasa de
crecimiento anual del 5,8% aproximadamente.
Por los que
hace a los productos que exporta India, cabe decir que aunque la agricultura
sigue teniendo mucho peso y exportan diferentes tipos de alimentos como el
azúcar, arroz, trigo o pescado, este país cuenta con diferentes recursos
naturales importantes como el petróleo, el hierro y el acero. Además, gracias
al rápido desarrollo industrial y económico de las últimas décadas, ha
provocado el desarrollo de la industria textil, de productos químicos, de
equipos de transporte, de maquinaria o de comercio de software. Así pues, los
principales productos que exporta son los mencionados anteriormente, a saber,
alimentos varios, petróleo y productos derivados de éste, productos textiles,
piedras preciosas, productos químicos o software.
Finalmente,
hablaremos del PIB de India y su composición. Como ya hemos comentado
anteriormente, su PIB ha crecido muy rápidamente, a tasas de crecimiento anual
de aproximadamente el 5,8%. Actualmente India es, en términos de PIB, la
undécima economía mundial, una posición por delante de España. Como vemos en
los siguientes gráficos, el PIB de este país está compuesto por la agricultura
en un 18,1%, por los servicios en un 55,6% y por la industria en un 26,3%. No
obstante, nos ha parecido importante comparar la participación el PIB de cada
sector con la mano de obra que cada uno de ellos supone. Así pues, aunque la
agricultura sólo genera el 18,1% del PIB, ocupa al 52% de la población, es
decir, que implica a más de 602.536.806 personas. En cuanto al sector
servicios, este genera más de la mitad del PIB, pero emplea al 34% de
población, y, finalmente, la industria genera el 26,3% del PIB aunque sólo
ocupa al 14% de la población.
Visto esto,
y como mostramos en los siguientes gráficos, aunque el PIB de India ha crecido
a niveles muy acelerados gracias al desarrollo de su capacidad productiva, su
población sigue siendo muy pobre. En PIB per cápita India ocupa el puesto 136º
según el FMI. A pesar que el PIB per cápita también ha aumentado con una
tendencia similar a la del PIB, sigue siendo muy bajo, provocando una alta tasa
de pobreza.
Tanto es
así, que teniendo en cuenta el alto nivel de desigualdad existente dentro del
Estado Indio, donde millones de personas viven bajo el umbral de la pobreza,
este hecho provoca que India sea incapaz de llevar a cabo una política de
desarrollo, tanto en el ámbito económico como humano, imposibilitando así su
presencia entre los países más ricos del mundo. Ya que la desigualdad es uno de
los factores que juega en contra del desarrollo del país. Por otra banda, la
falta de legislación laboral adecuada provoca la existencia de unos altos
índices de personas que trabajan por un sueldo mísero, al borde de lo que
podríamos considerar sobreexplotación, hecho que provoca lo que comentábamos
con anterioridad la falta de recursos económicos para poder consumir otro tipo
de bienes que no sean aquellos destinados a cubrir las necesidades básicas. Y
finalmente destacar que India ha experimentado un alto crecimiento de su PIB,
pero esto se debe principalmente a la sobreoferta existente de mano de obra
excepcionalmente barata, hecho que aprovechan grandes multinacionales para
instalar allí sus cadenas de producción, alimentándose así de este factor para
poder maximizar sus beneficios al producir el bien a un bajo coste pero al
exportarlo a países ricos, donde el producto se venderá a un precio mucho más
elevado, producirá un aumento notable en los beneficios de dichas empresas.
A modo de
conclusión, India está actualmente considerada un país emergente, ya no por sus
altas tasas de crecimiento hasta el momento, sino porque todo parece indicar
que su economía seguirá creciendo a altos niveles.
Conclusiones generales
Para concluir en cierta manera
todo lo visto anteriormente y a lo largo de este blog, creemos conveniente
establecer una relación entre los diferentes temas tocados. Haciendo una
recopilación, hemos tratado las condiciones que se dieron en el siglo XVIII y
XIX y cómo éstas comportaron el surgimiento de la Revolución Industrial en
ciertos países y en otros no. Más tarde tratamos el tema de la globalización,
con todas sus implicaciones, y finalmente hablamos del comercio internacional y
su evolución. Al parecer podrían ser tres temas diferentes, delimitados en el
tiempo. Pero en realidad los tres sucesos creemos que son parte de una misma
evolución.
Así pues, gracias a una evolución
positiva de los factores tecnológicos como los transportes, las comunicaciones
o las infraestructuras, gracias a unas características territoriales
determinadas ( la tenencia de recursos naturales, ya dentro del propio país
como en las colonias), y las características sociales (enriquecimiento de la
población, mejora de las condiciones de vida, …), en muchos países, como por
ejemplo Inglaterra, se mejoró significativamente la industria, se creó empleo,
y consecuentemente más gente pudo consumir. Con el enriquecimiento parcial de
la población, las sociedades de los países que desarrollaron una revolución
industrial ya no consumían productos de primera necesidad únicamente, sino que
empezaron a consumir productos manufacturados y más elaborados.
Con la expansión de los nuevos
patrones de consumo en muchos países y la mejora de los transportes y las
comunicaciones, se generó un aumento del comercio internacional, y también
interno en el caso de ciertos países. Así, cada país comercializaba con sus
productos “estrella”, aquellos que, por sus recursos, podía producir en grandes
cantidades y con unos costes menores que otro país que no disponía de tales
recursos, y los exportaba. Mientras que lo que necesitaba y no lo podía obtener
de su territorio lo importaba. Así se fue generando una red mundial muy
importante, mediante acuerdos como el GATT o instituciones como la OMC que
regulan el mercado internacional, que junto con la mejora de todos los sectores
(transportes, comunicaciones, industrias,…), el paso al dólar como moneda de
cambio, la necesidad de recuperarse rápidamente después de las guerras
mundiales, etcétera, creó un proceso llamado globalización, donde todos y todo
está interconectado, especialmente la economía. Aún así, países poco
desarrollados que en su momento no dispusieron de suficientes factores como
para añadirse a esta rueda, se quedaron fuera, y aún siguen estando al margen,
haciéndose cada vez más pobres.
Fuentes:
Foreman-Peck 1995, Historia
económica mundial: relaciones económicas internacionales desde 1850.
Prentice Hall, cop. (Madrid, 1995)