dilluns, 20 de febrer del 2012

Seminario 2: La Globalización

Si preguntásemos a mucha gente de la calle si cree en la globalización, creemos que más de la mitad afirmaría que sí. Algunos dirían porqué podemos comer sushi o kebab, también por la danza del vientre o por toda la música africana que ha llegado a nosotros.
Una definición que nos propone Held es la siguiente: " (la Globalización) es un proceso (o conjunto de procesos), que representa una transformación en la organización espacial de las relaciones sociales y las transacciones, generando flujos interregionales y transcontinentales".


Aunque, muchos creen en la globalización, creemos que deberíamos concretar más si esto ha sido una globalización o más bien una occidentalización. Entre los historiadores económicos encontramos distintas opiniones. Algunos dicen que la globalización del 1870-1913 fue mucho más fuerte e intensa que esta. Encontramos algunos que creen que hoy no existe esta globalización, que se lo han inventado los neoliberales. Aunque encontramos otros que creen en una occidentalización de las estructuras políticas y económicas, y una globalización de las estructuras de la información y cultura.
En el mundo académico podemos destacar tres tesis que interpretan la “globalización”  de manera diferente. Estas son las siguientes:

-   Tesis hiperglobalista: creen en la desaparición del Estado – nación y en el cambio de las estructuras organizativas de la sociedad a causa de la globalización económica. Esto se complementa con la creación de nuevas instituciones supranacionales como la Unión Europea, las cuales adquieren el papel que antes tenían los Estados.
-   Tesis escéptica: según los escépticos la globalización no existe, sino que se ha producido una integración económica mundial perfecta. Aceptan que existe una internacionalización, que es creada gracias a la voluntad de las naciones.
-    Tesis transformacionalista: aceptan la existencia de la globalización, que provoca cambios sociales, políticos y económicos, y modifica el orden global. Pero a la vez, no implica la desaparición del Estado – nación, sino que este continua existiendo, aunque su soberanía se ve más limitada y se yuxtapone con la jurisdicción de las instituciones gubernamentales internacionales.

En este seminario nos ha tocado defender la postura transformacionalista. Así pues, siguiendo su línea, defendemos  que una globalización como la que estamos viviendo actualmente no tiene ningún precedente histórico, sino que es nueva, y que es producto de una multitud de factores: tecnológicos, fuerzas de mercado, ideología, etc. Además la consideran muy intensa y extensa. Aún así, este hecho no implica la desaparición del Estado – nación, sino la reconstitución de este y su poder,  que pasa a combinarse con otros poderes supranacionales y de otros actores (públicos o privados). La sociedad ha pasado a estar más integrada, aunque a la vez más fragmentada por la diversidad.
Un ejemplo de lo anterior puede ser el Fondo Monetario Internacional (FMI). Esta institución es supranacional, y es un importante actor económico mundial. Pero tenemos que tener en cuenta que esta organización está formada por países, y que sin ellos  y sus aportaciones no existiría. La combinación de las diferentes preferencias de cada país que forma la institución, provoca que la institución en si acabe adoptando su propia preferencia, que luego puede estar o no en contradicción con la de un estado miembro.

Globalización, migraciones y desigualdades

La globalización, se entienda como se entienda, ha provocado una transformación del mundo actual. Pero, evidentemente, no ha afectado por igual a todos los estados del mundo. Un ejemplo de ello es que, como apunta Milanovic en su artículo "Global inequality: From class to loaction, from proletarians to migrants", mientras que en el siglo XIX el factor más importante a la hora de determinar el futuro de una persona era la clase social donde se nacía, en el siglo XXI lo que determina el futuro status social de cada persona es el país donde se nace. Esto, por tanto, nos muestra que la globalización ha aumentado las desigualdades entre países, más que entre clases sociales. La probabilidad de mejorar tus condiciones de vida en, por ejemplo, Burundi, donde la población es casi en su totalidad muy pobre, es muy baja, mientras que en, por ejemplo, Dinamarca, esta probabilidad es mucho mayor.
Algunos datos que demuestran este hecho son los se ven reflejados en los gráficos siguientes.



Como se puede ver, en 2005, los más ricos de países africanos como Uganda, Mali, Tanzania o Mozambique, sus ingresos no llegaban a ser ni parecidos a los de los colectivos más pobres de Dinamarca. Otro ejemplo es el de Estados Unidos en  comparación con India. En este caso, las personas más ricas de India sobrepasan por muy poco los ingresos de las personas más pobres de EUA.

Todo esto ha tenido diversas implicaciones, y una de ellas es la competición entre trabajadores de países más ricos con los inmigrantes de los países pobres, que pasan a ser mano de obra barata, y sobretodo en tiempos actuales, pasan a ser los rivales principales de los trabajadores menos cualificados de los países receptores de inmigrantes. 
Un ejemplo de primera mano es el caso español. Así, durante la primera década del siglo XXI, la población inmigrante en España se ha multiplicado por cinco aproximadamente, y la procedencia de la mayoría de estos es iberoamericana, de Europa del Este y del norte de África, especialmente de Marruecos. Muchos de estos inmigrantes viajaron a España en busca de trabajo y una vida mejor. Al principio, en época de crecimiento, encontraron trabajo en sectores como el de la construcción, pero también habremos visto un incremento de estos en sectores como el de la limpieza, recogida de basura, ecétera. Pero ahora, en época de crisis y con unas tasas de desempleo tan elevadas, muchos de estos inmigrantes se han quedado sin empleo, de la misma manera que mucha población no inmigrante. Esto ha provocado críticas dirigidas a los inmigrantes y que estos sean vistos como un rival por parte de ciertos colectivos, ya que pueden suponer una gran competencia a la hora de encontrar empleo. 


En definitiva, las desigualdades entre países puede ser un factor de incentivación a las migraciones, pero debemos tener en cuenta que estos colectivos pueden suponer un elemento de conflictividad cuando entran en competición con ciertos colectivos de los países receptores de inmigrantes. 

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